Los retos que debe afrontar el sector agroexportador peruano para consolidarse

La apuesta es convertir al Perú en uno de los líderes mundiales en provisión de alimentos, pero hay que superar problemas actuales y amenazas latentes

Los retos que debe afrontar el sector agroexportador peruano para consolidarse
(Foto: Archivo El Comercio)

MARIENELLA ORTIZ

A los agroexportadores les encanta contar la historia de esfuerzos y éxitos del sector en los últimos 10 años. Las cifras positivas de envíos y de número de mercados acompañan esa percepción. Sin embargo, en el último año se observa una serie de factores que podrían truncar el deseo por convertir al Perú en un proveedor de peso de alimentos en el mundo para el 2021.

A algunos problemas actuales, como la apreciación del sol, el incremento del costo de la mano de obra y de terrenos en la costa y el déficit de infraestructura, también existen otras amenazas latentes, entre ellas, la modificación a la legislación laboral, la escasez de agua y los efectos del cambio climático en los cultivos.

Por ello, Juan Varilias, presidente de la Asociación de Exportadores (ÁDEX) y empresario agroexportador de Gandules, comenta que el sector aún no está consolidado y tiene algunos retos internos por resolver a pocos años del 2021, año en que vence la ley de promoción agraria que otorga al sector beneficios laborales y tributarios.

MÁS COSTOS
En su última campaña agrícola, la agroexportación chilena tuvo un déficit de 40 mil trabajadores en el campo. El problema para ellos no es nuevo, el crecimiento económico de ese país ha llevado a la gente a preferir los trabajos en las ciudades, proceso que comienza a percibirse en el Perú. En Chile, un jornal puede llegar a los 20 mil pesos, es decir, a más de 100 soles, mientras que en el Perú es aún tres veces menor. Pero la tendencia es lo que cuenta.

Yoselyn Malamud, gerenta general de la agroindustria Virú, refiere que en los últimos dos años se dio un incremento de más de 30% en el costo de la mano de obra. Igualmente, Samuel Dyer C., presidente ejecutivo de Camposol, refiere que para ellos se elevó en más de 50% en los últimos tres años. Por lo pronto, Camposol calcula que requerirá de 3 mil trabajadores más, para llegar a los 16 mil, en los próximos cuatro años.

Los que más problemas tienen a la hora de captar trabajadores son los cafetaleros que poseen operaciones cercanas al valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), comenta el presidente de la Junta Nacional del Café, Anner Román. “Mientras los cafetaleros pagan al día entre 20 y 25 soles, los cocaleros se llevan a la gente por 50 soles. Eso es muy difícil de manejar”, refiere.

Según Juan Carlos Mathews, director de la maestría en gestión de negocios globales de la Universidad del Pacífico, el agro también tiene carencia de trabajadores en mandos medios y a nivel de gerencias. Mario Salazar, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Mango (APEM) y dueño de Agroindustria Chavín, señala que los empresarios del sector sabían hace más de una década que esto iba a pasar. “Es inevitable el incremento del costo de la mano de obra y la falta de cuadros técnicos que soporten el desarrollo de la agroindustria”, menciona.

Sin embargo, los agroexportadores consideran que aún estamos algo lejos de pasar por las carencias de mano de obra que padece Chile.

Varilias reconoce que les está faltando promocionar el trabajo en el agro. “Lo que no saben los jóvenes es que la gente del campo puede ganar más que si trabaja en sector comercio o ‘retail’”, sostiene.

En el tema de la devaluación del dólar, el presidente de la Asociación de Gremios Productores Agroexportadores del Perú (AGAP), Carlos Enrique Camet, estima que en los últimos años perdieron el 30% de la retribución a sus inversiones.

Al respecto, Rosario Bazán, gerenta general de Danper, sostiene que el Estado debe tomar medidas para evitar que las empresas pierdan rentabilidad por la depreciación del tipo de cambio. Propone la creación de algunos mecanismos, como el incremento de partidas arancelarias sujetas al ‘drawback’. Además se podría permitir la inversión de las utilidades en adquisición de maquinarias, para sacar dólares fuera, agrega Varilias.

SEMÁFOROS ROJOS
Sobre los problemas de falta de infraestructura, los reclamos abundan. Por ejemplo, Varilias refiere que el puerto de Paita crece al ritmo de lo establecido en la concesión, pero no de lo que demanda la creciente agroexportación del norte. Encima, es más caro que el Callao, dice.

Igualmente, Fernando Cillóniz, presidente de la consultora Inform@cción, resalta que la carretera Panamericana está llena de rompemuelles y semáforos, y ni hablar del tráfico desastroso de la Carretera Central.

José Chlimper, presidente de Agrokasa, refiere que hace pocos años un camión hacía 22 viajes al mes trayendo mármol de Huancayo al Callao, pero hoy solo hace 10 por la disminución de la velocidad y la dificultad de ingreso al puerto. Menos viajes, más costos, menos ingresos, una ecuación negativa.

Pese a esto, los cafetaleros han logrado asimilar los sobrecostos, a duras penas, claro está. El trasladar la mercadería al puerto involucra desde el uso de un animal de carga hasta llevar el café en la espalda varios kilómetros.

FIN DE UNA LEY
Lo que sí saca roncha a los agroexportadores es la posibilidad de limitar los beneficios laborales establecidos en la ley de promoción agraria antes del 2021, fecha en que caduca la norma. Es cierto que la ofensiva desde el Congreso se apaciguó, lo cual no quiere decir que no sea retomada en cualquier momento.

Para algunos legisladores, la ley se creó para incentivar las inversiones en el agro, algo que ya se logró con creces. Según estima AGAP hubo entre el 2000 y el 2012 una inversión acumulada de US$1.275 millones en los seis productos principales: espárragos, uvas, mangos, paltas, alcachofas y pimientos.

Sin embargo, el mismo gremio estima que las inversiones se pueden restringir en los próximos años, si es que se cortan los beneficios laborales: al 2021, las inversiones llegarían a casi US$6.000 millones, pero solo se alcanzarían los US$3.500 millones sin la ley.

En cuanto a las amenazas por el tema del agua y cambio climático, todavía son vistos como problemas manejables, aunque Camposol sufrió el año pasado una reducción importante en la producción de palta, espárrago y mango debido al incremento de la temperatura por el fenómeno de El Niño, considerado leve.

Malamud, de Virú, resalta que el clima es un factor al que aquellos vinculados al agro se enfrentan todos los días, todos los meses y todos los años. Para un mejor manejo, muchos tienen presencia en diferentes partes de la costa, dice.

Por todo lo expuesto, Chlimper señala que cada vez hay más fundos en venta y menores tasas de crecimiento de los nuevos proyectos. “Hasta hoy, con toda la propaganda no se ha culminado de vender (el proyecto) Olmos. El sector está muy nervioso por la permanente incertidumbre”, comenta.

CONSOLIDACIÓN
Como parte de los retos pendientes del agro figuran la automatización de los procesos para contrarrestar un mayor déficit de oferta laboral, así como el desarrollo de los mercados, pues aún el mayor volumen de lo exportado sigue yendo a EE.UU., la Unión Europea y a algunos países del Asia.

“La mecanización y automatización de los procesos es algo que está presente y se vendrá con fuerza en los próximos años. Es importante destinar un porcentaje de nuestro presupuesto para el desarrollo y adaptación de estas tecnologías”, refiere Mario Salazar.

Rosario Bazán agrega que se hace urgente en el sector el desarrollo de tecnología para la producción agrícola e industrial a nivel de equipos y maquinaria, insumos, entre otros, para elevar los niveles de productividad y mantener la competitividad a largo plazo.

Hernani Larrea, el director de la carrera de Agronegocios de la UPC, critica que el sector no se centre en el desarrollo de inteligencia de mercados, pues dice que el trabajo del exportador no debe terminar en el broker o intermediario en el puerto de destino. “Hay que analizar tendencias y explorar nuevos mercados, no solo centrarnos en la producción”, expresa.

En esa línea, Mathews estima que el sector también debe invertir en investigación de los productos y su impacto en la salud, para darles el respaldo necesario en los mercados que cada vez más privilegian la dieta saludable. El tema de ir desarrollando marcas propias es otro pendiente, salvo algunos casos exitosos, como el Consorcio de Productores de Frutas (CPF) con Malki y El Pedregal con Red Dragon.

Otro reto para el agroexportador, según Rosario Bazán, es no salir a competir por precios, ya que el Perú está en la capacidad de ofrecer frutas y hortalizas de alta calidad. “Los agroexportadores no debemos comoditizar los productos sino más bien el desafío es posicionarlos adecuadamente en aquellos mercados que aprecian su alto valor agregado”, sostiene.

Al respecto, Camet de AGAP reconoce que el sector debe trabajar más en estar en la vanguardia de la información, de las tecnologías modernas y de la inteligencia comercial para aprovechar las oportunidades que brindan el mercado y los nichos que existen.

Los agroexportadores mantienen el optimismo sobre el futuro que les espera. Una población mundial que crece exige año a año un mayor volumen de alimentos. Por ello, el Perú tiene todas la ventajas para llegar a la meta deseada al 2021, de ser líderes mundiales en el negocio de los alimentos.

 

Publicado por El Comercio 25 de Febrero 2013